viernes, julio 30

El viento de los Recuerdos.


La chica, tumbada en el cesped, bajo ese cielo azul, algo apagado por el atardecer que se aproximaba, tarareaba débilmente una tranquila melodía, mientras observaba los pájaros volar por las alturas, planeando ante el fuerte viento que agitaba los árboles.
Una voz, grave y calmada, se aproximó a la joven, interrumpiendo con su rostro las vistas de los cielos, pero no de forma desagradable, ya que le mostraba una amplia sonrisa.
Aquella figura le preguntó qué es lo que hacía ahí tendida, cuando ella, alegre le contó:
Simplemente me dedicaba a observar cuán libres son esas aves, que ágilmente aprovechan la ligera brisa para alzar su vuelo.

 ¿Te imaginas...? Poder alcanzar el cielo, poder tocar su dulce azul.
Yo sueño con ello constantemente. Con volar hacia el sol sin quemarme. Adentrarme en las frías nubes que aparentemente son de algodón. ¿Sueñas tú con ello?
Volar... Hacia la libertad.


3 comentarios:

  1. Se trata de un problema de perspectiva; realmente estás tocando el cielo...

    ¡Si lo miras desde el punto de vista de la hormiga!

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  2. No creo que volar implique libertad, pero bueno, todo es según la perspectiva.

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  3. ¿En serio que lo estoy tocando? Pues no noto su tacto... ¡Dios mio!

    Yo opino que el hecho de volar ya es libertad. Volar sin rumbo, sin mas, por volar.

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