miércoles, agosto 24

Ella y la aguja.

Una aguja de hielo cae.

Ella nunca fue segura de sí misma.

Se hace añicos contra una roca.

No se sentía perfecta, todo lo contrario.

Nadie recoge los pedazos.

Poco a poco la impotencia se apoderaba de su alma.

Ya se derretirá.

Inútil su cuerpo sentía.

Pero las temperaturas tan bajas no la dejan...

Ya no respondía a acciones, ya no respondía a sentimientos.

Ya no respondía.

Y permanece hecha trizas.

Perdió la vista, también el habla.
Los sabores no los distinguía, los olores no los apreciaba.

Sin calor que la deshiele.

Miedo.

 Por qué…

A pesar de no ver, sus ojos desbordaban continuas lágrimas.

¿Por qué no puede evaporarse…?

Creía haber perdido ya la capacidad de sentir, mas era mentira.

Sentía el frío y condenado dolor del invierno en su corazón.

Hasta que este dolor no se marchara, no se desvanecerían...

Ni Ella, ni la aguja.


lunes, agosto 22

Circuitos familiares.

Muchos se empeñan en ver a papi como un monstruo sin sentimientos, con el poder subido a la antena. Yo… No sé qué decir. Papá siempre me arropa en las noches frías y a veces me cuenta un cuento antes de dormir. Pone a mi peluchito preferido a mi lado y me da un beso en la frente.

Aun así siguen diciendo esas cosas feas de él, no me gusta. Que actúa como si no viera más allá de sí mismo, que no le importa lo que haga la gente... Va aplastando todo con sus  pesados pies de hojalata.

Papi siempre me lleva al cole por las mañanas y también me recoge. Me gustaba cuando reía o cuando sus ojos se empañaban con cada dibujo que le hacía de él conmigo y nuestro perro.

Papi ya apenas ríe, pero sí llora.

Papá… No es un monstruo, papá también siente, y se siente solo. 
Mi papá me quiere, aunque me trate como a todos yo sé que le importo más que a muchos.
Es un poco reservado para estas cosas… Y nunca me dice cuanto me aprecia, pero yo sé que lo hace. 

A veces... Me llama la atención, diciéndome que lo tengo abandonado.  Sus cables y su chapa de metal en ocasiones  hay que limpiarlos también ¿sabíais?

 Papi no es un robot, papi tiene corazón, engrasado con aceite entre los engranajes que lo ayudan a bombear el combustible que lo hace funcionar, pero lo tiene y nadie quiere verlo, porque solo ven lo horrible que posee.

miércoles, agosto 17

Fuego.

- Estaba sentada frente a la chimenea aquel invierno, las flameantes llamas me habían abducido completamente, la realidad de nuevo era un sueño. Era como contemplar el mismísimo sol sin dañar mis ojos grises.

- ¿Y que pasó?

- Cuando me di cuenta, después de pestañear, no quedaban llamas, solo cenizas. Hacía rato que el fuego se había apagado, pero yo aun con esas había sido capaz de seguir viéndolo.

- Qué raro.

- No… Lo raro fue lo siguiente. Quedé tan trastornada, que me acerqué a las cenizas y di un pequeño soplo al único leño que parecía tener algo que quemar. Bueno… Pues saltaron las chispas y una enorme hoguera resurgió: ¡el Fuego empezó a hablarme!

- ¡¿Cómo te va a hablar un elemento?! ¡Es de locos! Ni que tu vida fuese una peli, Rose.


- Cálmate Emily, y déjame hablar.


-  Perdón...

- Verás, aquella llama a medida que se mecía parecía estar contándome algo, no sabría decirte en qué lengua, porque nunca la había oído, pero la entendía; El Fuego me susurraba.
Me contaba, que siempre de las cenizas se podía sacar algo, que la esperanza queda en la madera candente y que a veces se puede reavivar la llama si realmente crees en ella. Como... Un bonito fénix.

- Vaya, lo último que esperaba que el Fuego contase, aunque tampoco sabría decir de qué iba a hablar si no.

- Creo que los elementos tienen mucho que contar, solo que no sabemos escucharlos. Eso sí, casi me quemé las cejas con el entusiasmo, pero al separarme de un salto me choqué con la repisa y cuando me acaricié el golpe volví a mirar hacia el leño. El Fuego se había consumido en el trozo de madera que quedaba, pero las cenizas que quedaron tenían un color de un blanco increíble.

- ¿Por qué blanco?

- Habrá que preguntárselo al Fuego…