martes, diciembre 20

En el punto de mira.



¿Por qué sin darnos cuenta con la cabeza gacha nos mostramos culpables, tristes, acabados…? No solo ocurre en humanos, el resto de animales igualmente hacen tal gesto. ¿Será porque no somos capaces de aguantar una mirada de decepción ajena, unas malas noticias?

¿Y por qué será que por el contrario, al alzarla demasiado, no aparentamos real alegría sino que, alcanzamos un nivel de seguridad confundido con la superioridad tan elevado que la soberbia nos envuelve?

Si miramos por encima del hombro, no veríamos más que un simple hombro ¿qué hay de su portador?

Verdaderamente, con la mirada hacia el cielo es cuando más tropezamos.
Sin embargo, con la vista en el suelo tampoco vemos qué se nos viene encima, ni tampoco delante.

¿Y si dejáramos la mirada a una altura intermedia…? Ni muy agachada. Ni muy levantada. Sencillamente la vista al frente y sin más preocupaciones.
De ese modo podemos ver lo que podría ‘caer’ sobre nosotros y también con lo que nos podríamos tropezar.

Sin parecer nostálgico, sin parecer arrogante.... ¿Qué tal feliz?

Hay que mantener la mirada fija hacia nuestros objetivos, esquivando obstáculos y silenciando el ruido. Incluso ignorando el paisaje que nos distrae, para ver más allá de lo que frente a nosotros se esboza en pinceladas, el camino.

Por supuesto la vista orientada al frente. Implacable y atenta. ¿Hacia detrás? Jamás. Ya una vez pudimos contemplar ese camino que ahora queda a espaldas de la razón.
 Solo nos queda caminar, avanzar, sin parar y sin mirar atrás.

En ocasiones se nubla mi vista y mi objetivo se pierde por los edificios, cuando sé que en lo que hay que reparar está justo a mis doce. Y lo que está ante mis ojos, nunca es permanente porque mis pasos son constantes.

Quizá tú lo viste… Eso que en ocasiones me abstrajo seguramente a ti también.

Ya sea andando, corriendo, volando… No obstante, sin parar. Deja  que el destino nos indique el camino, pero decidamos nosotros la manera de mirar.

miércoles, noviembre 16

Blues.




Después de caminar durante horas bajo la lluvia, me detuve a reflexionar sobre lo perdida que me encontraba en aquella ciudad gris. Lo único que con claridad deduje entonces, es que el Blues era lo que me mantenía viva.

Oh, armonioso y envolvente Blues. Me pierdes en tus escalas, en tu impredecible melodía. En tus balanceantes compases que parecen titubear a cada nota y desvanecerse en los silencios más oportunos.

Me haces perder la cabeza y en su lugar cambiarla por una gramola… En la que los vinilos acarician tu bello sonido que hace olvidar, abandonar la razón y los sentidos sumiéndome en el más hermoso Cielo,  Edén… El Paraíso.

Eres el perfecto ejemplo de la bella simpleza, perfecto como tú solo.

¿Que representas la tristeza? ¿La depresión? ¿La melancolía…? Permíteme cuestionarte, pues lo que produces en mis oídos no es eso.
Cuando te escucho, parece que vuelo entre brillantes estrellas. Cuando te siento, olvido que mis pies rozan el suelo, que mi mente está llena de ruido.

Blues, nada te debo. A cada ritmo que marcas con tus canciones despojas algo de mí hasta desprenderme de todo lo superfluo.
Te lo llevas todo y me dejas sin nada, pero nada importa, porque nada quiero cuando te encuentro.

Eres verdadero, eres libre…
Porque eres Blues.



lunes, octubre 31

Él es como nosotros.

De alguna manera es como nosotros.

Corazón que tiembla, que llora aunque no derrame lágrimas. Lloras porque has perdido algo.

De alguna manera es como nosotros.

Se queja, se siente, te alerta y quiere hablarte. Pero tratas de ignorarlo, por no perder algo que quieres, pero que hace tiempo que se perdió...

De alguna manera es como nosotros.

Te grita. Se ahoga se acelera y de algún modo se derrumba.

De alguna manera es como nosotros.

¿Qué quieres decirme, corazón mío?

Me atrevo a oír.

Aunque yo insisto en saber lo que quiere y aunque yo insisto y él me lo repite… Yo no lo comprendo.

Quizá no quiero.

Solo noto como late, tiene miedo y se estremece.


Intenta hablarme de nuevo, yo lo oigo, pero no lo escucho. Lo siento, siento que duele, le duele, pero no sé qué hacer para remediarlo.

¿Qué quieres, mi corazón?

Y él llora, él siente, él nota que yo realmente no quiero escucharlo y… Se detiene.

Entonces, ya es tarde. Se rompe y no se mueve.

jueves, octubre 13

Rutina.

Todos se quejaban de sus rutinarios días, en los que no pasaba nada emocionante. Todos a excepción de Ella. A Ella le gustaba su rutina.

Se levantaba de la cama después de vacilar unos minutos al despertador, daba los buenos días a su peluche, se acariciaba la mejilla con el anillo que en su dedo siempre estaba ¡y a comenzar el nuevo día! con sus amigos, con sus libros, en su clase, pero constantemente en las nubes.
Siempre fantaseando que llegara la noche, para disfrutar de ese ratito que Él guardaba para Ella, donde hablaban de cómo les había ido su día rutinario.
Ella solía hablar algo más de ello, narrando anécdotas tontas y contando los momentos en que se acordaba de Él. –Rara vez no iba pensando en el chico-. Todo para ver si encontraba una sonrisa en sus palabras… Nunca se cansaría de las cosas bonitas que Él le decía. Y con uno de sus “te quiero” Ella dormía como un lirón hasta el día siguiente, sin interrupciones, aunque siempre tratando de encontrarse con Él en sueños.

Así cursaban sus días, ya sonriera el sol o llorara el cielo.
Si lloraba… Ya sonreiría Ella por él, porque sabía que en algún momento se irían las nubes.

Pero siempre hay algo que rompe tu rutina, esa tormenta que llega después de la calma… Y cuando Ella se dio cuenta, ya no existía su rutina, porque su rutina giraba en torno a Él.

No le apetecía sonreír por los nubarrones que se cernían sobre sí a diario. Ahora era Ella la que lloraba en días soleados, en días grises… La verdad que no dejaba de derramar lágrimas.

¿Qué iba a hacer Ella sin su Rutina? No sabía vivir de ese modo. En las nubes en las que solía estar, antes pensaba en las navidades, en todas las vacaciones posibles, con Él.

¿Y ahora? ¿Qué planes tenía para Navidad? ¿Y para su semana de primavera? No había llegado siquiera el invierno que ya no podía vestir el jersey de Él.

Su anillo…  Ya no estaba. ¿Y Él? ¿Seguiría llevando su candado al cuello…?
Ella la llave que lo abría la guardó, porque le dolía verla diariamente. Así como la plata de sus dedos, así como las canciones que escuchaban juntos, así como esas vacaciones que ambos iban a pasar. Así como la idea de contar estrellas... Si es que le dolía hasta estar en las nubes… Porque en las nubes siempre estaba Él, y Él ya no estaba.

Ahora… ¿Te atreverías a quejarte de la rutina?

Lo único que había valorado Ella de todo esto es que Él le fue sincero.
Porque Él sabía que Ella prefería la verdad aunque fuera lo que más le doliera en el mundo.
En su mundo…

Su mundo que había acabado con su rutina.

domingo, octubre 9

Donde la realidad es un sueño.

Dicen que los humanos somos los que tropezamos con la misma piedra.

La verdad es que ahora mismo, me gustaría ser un animal, para saber que con la piedra que tropecé no voy a volver a caer. Pero lo admito, soy culpable, de nuevo no fui fiel a mis instintos.

Cuanto más lo intento más me cuesta levantarme. Hay veces que una no quiere ni intentarlo ¿estoy en lo cierto…?

Me dejé engañar, no quise ver lo que en mis narices ocurría. Y la verdad es que en la ignorancia se está muy feliz, en el mundo de los sueños, esa es la realidad que me gustaría vivir. Un mundo de fantasía, ideado por mí, no sería mancillado por nadie, supongo que porque nadie viviría en ese mundo, nadie más que yo.

Quizá es un pensamiento algo egoísta, pero peco de ello. La soledad no es tan mala como dicen, como conoces e incluso como conozco.

¿Has oído hablar de El Principito? Él vivía solo, en un pequeño asteroide.
Estaba feliz a pesar de eso, más  o menos. Tenía que quitar a diario los baobabs que crecían en ese diminuto planeta, pero lo llevaba bien.  Sin embargo ¿cuándo decidió marcharse? Fue en el momento en que conoció a una hermosa flor de la cual se enamoró…
 Partió cuando ya no estaba solo.

Algún día me gustaría describir como sería vivir en un planeta así. Envidio a este pequeño príncipe por haber vivido en un lugar como ese, aunque también siento cierta rabia por lo que hizo. No hablo de abandonar aquella flor, podría haberla arrancado como los baobabs, en cambio, la dejó crecer y la cuidó… Yo hablo de haber abandonado su mundo. Donde le brindaron algo ideado. Donde la realidad era mi sueño.


sábado, septiembre 17

Vaivén.



El columpio se adelantaba, retrocedía.

Como las olas en la orilla del mar

Como los rayos que las nubes pasajeras tapan

Como un péndulo de un viejo reloj

Como un “hasta luego”.


El columpio se adelantaba y retrocedía.

Como un paso de baile

Como mis amagos

Como mis sentimientos

Como un “hasta pronto”.


El columpio se adelantaba para ya no retroceder más.

Como mis logros

Como mis errores

Como las risas

Como los lloros

Como el fin de mi agonía.


Como un Adiós.

domingo, septiembre 4

Instintos.

 Siempre me aferré a mis instintos según recorría aquel trecho pedregoso. Presentía cada peligro tras los matorrales acechándome y no bajaba la guardia. Era precavida entonces, me fiaba de mí misma y de nadie más, me fue bien. Sin embargo no viajé sola eternamente, en aquel sendero me encontré a un joven que creía saber de la vida, conocerse todo el bosque y con qué útil atacar a cada animal. Acabó por acompañarme.
 Él hablaba, no paraba, yo simplemente le escuchaba, aunque a veces hacía caso omiso, no es que fuera demasiado inteligente, además; debía atender también a mis instintos.

            Transitábamos la zona más peligrosa del bosque, y no solo era por las rocas duras que parecían estar orientadas a propósito hacia el cielo a la hora de pisarlas sino que el ramaje de los árboles se hizo más espeso y nos impedía seguir, por lo que cogí mi daga y comencé a abrirme paso entre las lianas que colgaban de este.

-   No malgastes el filo de tu bonito cuchillo en esas sucias plantas, sigamos por este camino.– Sugirió el muchacho que me había acompañado ya durante un par de días. 
-   Ni hablar, me niego. Sé que hay que ir por aquí. –Prestaba atención a mis sentidos, no tenía un buen presentimiento.
-   Vamos, no seas tan tozuda. Hazme caso por una vez, llevamos todo el camino siguiendo tus indicaciones.

Bufé ya que en parte tenía razón, pero mi instinto era tan fuerte en aquel momento que titubeé por un instante. Tras una larga discusión sin sentido cedí pesarosa y perseguí las huellas que él iba dejando a su paso.

Luego de una media hora caminando, ceñuda observé a mi alrededor. Boquiabierta reparé en una secuoya inmensa. Sin embargo, un enorme arañazo en su tronco desfiguraba su hermosura. Curvé mis labios y me detuve examinándolo. El chico seguía caminando, esquivando todo tipo de evidencia de que se acercaba el peligro. Me parecía tonto la mayoría de las veces.

            -  Deberíamos volver y abrirnos paso entre las lianas. –Insistí.
            -  Ni hablar, tardaríamos horas. –Chistaba él gruñón para acto seguido tropezar con una raíz del árbol.
Reprimí una carcajada, aunque se lo merecía. En ese momento me desentendí de mis sentidos, mi instinto ya no parecía tener tanta fuerza…

- En fin, qué remedio… -Entorné mis ojos, resignada y alzándolos sobre mí, se detuvieron en la copa del árbol y se abrieron de golpe. Había una pantera que no parecía querer entablar una charla sobre lo cómoda que estaba en las ramas.


           - ¡Diablos, Josh! ¡Te lo dije! –Rabié empuñando una de mis dagas. Al percatarse él ahogó un grito, se incorporó y desenvainó su espada.

La pantera dio un salto y al pisar el suelo se convirtió en una hechicera. Inspiraba temor con su sola presencia.
   -   Has ignorado tu instinto, Greinne.
   -  ¿Cómo demonios sabes mi nombre? –Le espeté. Nunca he sabido cerrar la boca cuando tenía que hacerlo.
   -  Sé muchas cosas de ti, más de las que crees. –Me dijo ella con una sonrisa pedante e insoportable.
   -  ¡Qué vas a saber tú, vieja! –E imprudente de mí le lancé mi daga al corazón. No debía perder oportunidad para atacar, sin embargo, la daga le atravesó el pecho como si fuera un fantasma. Creo que eso solo la provocó.
 Aquella mujer se rió de nosotros, sobretodo de Josh, que temblaba como un flan. - Sois unos críos insensatos, merecéis la muerte. –Gruñó.

Mi mundo se detuvo. Todos mis esfuerzos, todo el largo camino que anduve ¿para qué sirvió? Ignoré lo que por siempre me fue fiel: mi intuición, y ya era demasiado tarde. ¿Cómo era posible que ese fuera el fin de mis días? 

En aquel momento sentí mi corazón estremecerse y mis piernas flaquearon. Caí como si me aplastaran contra el camino, sobre aquellas piedras puntiagudas.
No supe muy bien lo que ocurrió, solo recuerdo un destello y cuando volví a abrir los ojos estaba en una vieja cabaña.

Aun sin moverme en aquello que parecía una cama, cuando mi mirada se acostumbró a la luz que salía por la sucia ventana, vi que Josh estaba sosteniéndome la mano y dormido en una silla. Nunca entenderé a este chico.

Lo único que sabía con certeza desde que recuperé la consciencia es que no debería desatender más mis sentidos, mis instintos, sino que debía anteponerlos a cualquiera que se cruzara en mi camino. 


Debía aprovechar la oportunidad de seguir con vida.

miércoles, agosto 24

Ella y la aguja.

Una aguja de hielo cae.

Ella nunca fue segura de sí misma.

Se hace añicos contra una roca.

No se sentía perfecta, todo lo contrario.

Nadie recoge los pedazos.

Poco a poco la impotencia se apoderaba de su alma.

Ya se derretirá.

Inútil su cuerpo sentía.

Pero las temperaturas tan bajas no la dejan...

Ya no respondía a acciones, ya no respondía a sentimientos.

Ya no respondía.

Y permanece hecha trizas.

Perdió la vista, también el habla.
Los sabores no los distinguía, los olores no los apreciaba.

Sin calor que la deshiele.

Miedo.

 Por qué…

A pesar de no ver, sus ojos desbordaban continuas lágrimas.

¿Por qué no puede evaporarse…?

Creía haber perdido ya la capacidad de sentir, mas era mentira.

Sentía el frío y condenado dolor del invierno en su corazón.

Hasta que este dolor no se marchara, no se desvanecerían...

Ni Ella, ni la aguja.


lunes, agosto 22

Circuitos familiares.

Muchos se empeñan en ver a papi como un monstruo sin sentimientos, con el poder subido a la antena. Yo… No sé qué decir. Papá siempre me arropa en las noches frías y a veces me cuenta un cuento antes de dormir. Pone a mi peluchito preferido a mi lado y me da un beso en la frente.

Aun así siguen diciendo esas cosas feas de él, no me gusta. Que actúa como si no viera más allá de sí mismo, que no le importa lo que haga la gente... Va aplastando todo con sus  pesados pies de hojalata.

Papi siempre me lleva al cole por las mañanas y también me recoge. Me gustaba cuando reía o cuando sus ojos se empañaban con cada dibujo que le hacía de él conmigo y nuestro perro.

Papi ya apenas ríe, pero sí llora.

Papá… No es un monstruo, papá también siente, y se siente solo. 
Mi papá me quiere, aunque me trate como a todos yo sé que le importo más que a muchos.
Es un poco reservado para estas cosas… Y nunca me dice cuanto me aprecia, pero yo sé que lo hace. 

A veces... Me llama la atención, diciéndome que lo tengo abandonado.  Sus cables y su chapa de metal en ocasiones  hay que limpiarlos también ¿sabíais?

 Papi no es un robot, papi tiene corazón, engrasado con aceite entre los engranajes que lo ayudan a bombear el combustible que lo hace funcionar, pero lo tiene y nadie quiere verlo, porque solo ven lo horrible que posee.

miércoles, agosto 17

Fuego.

- Estaba sentada frente a la chimenea aquel invierno, las flameantes llamas me habían abducido completamente, la realidad de nuevo era un sueño. Era como contemplar el mismísimo sol sin dañar mis ojos grises.

- ¿Y que pasó?

- Cuando me di cuenta, después de pestañear, no quedaban llamas, solo cenizas. Hacía rato que el fuego se había apagado, pero yo aun con esas había sido capaz de seguir viéndolo.

- Qué raro.

- No… Lo raro fue lo siguiente. Quedé tan trastornada, que me acerqué a las cenizas y di un pequeño soplo al único leño que parecía tener algo que quemar. Bueno… Pues saltaron las chispas y una enorme hoguera resurgió: ¡el Fuego empezó a hablarme!

- ¡¿Cómo te va a hablar un elemento?! ¡Es de locos! Ni que tu vida fuese una peli, Rose.


- Cálmate Emily, y déjame hablar.


-  Perdón...

- Verás, aquella llama a medida que se mecía parecía estar contándome algo, no sabría decirte en qué lengua, porque nunca la había oído, pero la entendía; El Fuego me susurraba.
Me contaba, que siempre de las cenizas se podía sacar algo, que la esperanza queda en la madera candente y que a veces se puede reavivar la llama si realmente crees en ella. Como... Un bonito fénix.

- Vaya, lo último que esperaba que el Fuego contase, aunque tampoco sabría decir de qué iba a hablar si no.

- Creo que los elementos tienen mucho que contar, solo que no sabemos escucharlos. Eso sí, casi me quemé las cejas con el entusiasmo, pero al separarme de un salto me choqué con la repisa y cuando me acaricié el golpe volví a mirar hacia el leño. El Fuego se había consumido en el trozo de madera que quedaba, pero las cenizas que quedaron tenían un color de un blanco increíble.

- ¿Por qué blanco?

- Habrá que preguntárselo al Fuego… 

lunes, julio 11

Hipocresía.

La hipocresía es algo permisible hasta cierto momento. A mis ojos, fue inventada por el ser humano para que las personas que se repelan, odian o envidien no tengan peleas verbales o físicas. No obstante, a mí no me agrada. Prefiero una buena bofetada a un “hola” acompañado de una sonrisa mal fingida. Con el golpe al menos descargas toda esa mentira guardada en forma de odio en el bolsillo.
Hay ocasiones en las que ni siquiera tienen por qué crearse discusiones. Una relación puede quedar en simples “conocidos” si se es lo suficientemente sensato. Pero claro, hay personas que comprenden esto y otras que no, que insisten en intentar llevarse bien con el contrario cuando saben que es prácticamente imposible. Nadie quiere tener enemigos, eso es algo evidente. Sin embargo, ¿no es sino la Hipocresía una enemiga? La enemiga de los que buscan la Verdad en las palabras.
La sinceridad, simple, pero costosa.


Las críticas, a la cara.
Los insultos, a la cara.
Los rumores, a la cara.
A mí me va la Verdad, aunque duela de cualquiera de las maneras…
Como una bofetada, en la cara.


¿Y , qué piensas de la hipocresía?


"Una buena conciencia no teme a ningún testigo." Lucio Anneo Séneca.

martes, mayo 17

Tres pétalos.

Lentamente, el árbol de cerezo se iba desnudando. Sus ramas, finas y frágiles, a la vez que gruesas y robustas, iban quedando solas, sin rastro de su vestimenta rosada que temporalmente lucía cada primavera.
Solo tres pétalos quedaban aferrados a un extremo del árbol, mecidos por el viento sin llegar a ser derribados, vencidos.
Pero llegó Ella. Pálida y triste, contemplando estos con indiferencia y quizá un deje de desagrado en sus apagados ojos.
- Caed. Caed como el resto. Seguid su camino, dejad que el viento os guíe. 

 No ordenó nada más. Esa debilidad en su tono no parecía admitir desaprobación de ningún tipo. Los pétalos, como si hubiesen comprendido su plegaria, cedieron.
Caen, hacia el suelo, lentamente, serpenteantes.
El viento, desaparece, no hay rastro siquiera de una ligera brisa.
Un silencio incómodo cubre en el ambiente y la joven... 
Flaquea y junto a ellos perece.
Ahora en ese árbol, cada primavera nacen tres pétalos rojos que son los últimos en caer. Esclavos que en su día procedían de un simple deseo.
La ambición del ser humano carece de miramientos; ten cuidado con lo que ansías.

viernes, abril 29

Arte.

Dedos de pegamento y alma resistente.
Actitud maleable, como la arcilla.
Pensamientos de colores difuminados por lápices de madera.
Sangre de pintura, al oleo o de acuarelas.
Intenso colorante en sus ojos, a rotulador y ceras.

domingo, abril 3

Oídos sordos.


-Mírate… Siempre has querido esto: Un chico que te quiere, amigos y sobresaliente en los estudios. ¿Entonces, por qué te sientes tan vacía?
-Creo que es porque no es lo que verdaderamente quiero…
-¿Entonces?
-Quiero ser como tú, Emily.
-¿Cómo yo? Qué dices? Mi vida es una mierda… Que ya me gustaría a mí tener tus notazas.
-Ya, pero Emily… Aunque tú no saques buenas notas, ni tengas novio, eres tú misma siempre y creo que eso es lo que realmente te llena. Envidio tu naturalidad…
-Bueno, vale, tienes razón. Me gusta mi mierda de vida ¿contenta?
-Mucho, al menos tú eres feliz.
-Por Dios, qué negativa estás… Tú también puedes serlo, Rose.
-¿Cómo? No lo creo…
-Es tan simple como ser tú misma.
-Ser yo misma no es simple.
-Sí lo es, otra cosa será que te resulte fácil, pero… ¿Sabes cual es tu problema?
-¿Cuál? Por favor, dímelo…
-Le das demasiada importancia a lo que pueda decir la gente de ti. ¡Eso es muy estúpido!
-No lo es… Sencillamente… No me gusta hacerlo. Luego estás en boca del resto al mínimo fallo y te miran mal.
-Eres tan tonta Rose… ¡Si quieres ser realmente feliz, sé tu misma y a los demás que les den por el culo!
-¡Emily! ¡No grites! ¡Te van a oir!
-¡Jajaja! Que me oigan, chica, que me oigan… ¡Nací para ser escuchada! ¡Me apetece gritar! No hago ningún mal a nadie. Ni siquiera a ti, es más, quizá te hago hasta un favor.
-No me estás haciendo un favor, me estás abochornando.
-¡A la mierda con la vergüenza, Rose, a la mierda! ¡Es un mero obstáculo hacia nuestros objetivos! ¡Cómete la vergüenza! ¡No! mejor aun… ¡Comámonos el mundo de un mordisco! Riamos y cantemos a voz en grito. Que todo el planeta escuche nuestras réplicas y propuestas.
¡Yo! ¡Emily! ¡Te declaro la guerra, Mundo! 

sábado, marzo 26

La amistad.

- ¿Se alegra usted de haberme conocido?
- Sí, ahora me alegro. Me pregunto si será así siempre.
- ¡Siempre! Odiosa palabra. Me echo a temblar cada vez que la oigo. ¡A las mujeres les gusta tanto utilizarla! Estropean todo romance al querer que sea eterno. Además es una palabra que carece de significado. La única diferencia entre un capricho y una pasión de por vida es que el capricho dura algo más.
- En ese caso, que lo nuestro sea un capricho.

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La vida está constantemente cambiando, dando tanto disgustos como alegrías.
Suelen haber rachas en las que parece que no hay más que una pesadumbre inacabable y eso de "no hay mal que por bien no venga" es completamente falso, solo lo decimos para que la vida nos resulte menos amarga.

Perder una amistad es algo que duele más que nada, y dos ya peor que una tortura.
Pero no siempre se puede arreglar, o simplemente una se cansa de hacerlo...

En vez de problemas buscaré soluciones a las nuevas noticias de mi existencia, cuidaré como caprichos a los que siempre otorgan sonrisas sin pedir nada a cambio y ante todo pensaré también en mí, pues de quebraderos de cabeza sobre discusiones vacías no me libra nadie y no planeo volver a aguantarlos.
No todo sale como uno quiere.

lunes, febrero 7

¿Quién es ella?

Llegó de nuevo, tan fría, tan descarada, tan calculadora.
Parece paralizarte con una sola punzada en el corazón en forma de mirada.
¿Su objetivo? Causar daño. Como sea, a quien sea, pero siempre como cobarde ataca cuando menos te lo esperas.
Te miente, te engaña y te roba la felicidad.
Ponte en sus manos, ella se ocupará de que dejes esa falsedad, porque ante todo te hace ver lo más verdadero de la parte negativa que es el vivir, esa parte que te colapsa y que estira, haciendo que solo veas únicamente ese miserable trozo de vida.
No le importará causar herida alguna, ella siempre ha sido así, tan segura como la muerte.
Mediante insultos, una derrota psicológica... De la peor de las maneras hará lo posible para que la sientas.
Ella es la más desagradable y poderosa, la que congela y enfría tu cuerpo en pleno mes de agosto con solo sentir tus manos abrazándote a ti mismo porque otra persona no lo hará.
¿Lo has adivinado ya?
Ella es famosa...
Y se alimenta de nuestra tristeza y autorechazo.
Ella es la soledad. Para la que somos meros esclavos del destino, peones de una vida muerta, polvo de estrellas que algún día con el viento perecerá.


jueves, enero 27

That's the Way.

Al habla la que sobrevive.
La que perdura.
La que no se rinde,
La que ama.
La que detesta, nunca odia.
La que sufre y la que hace sufrir.
Con la que cuentas siempre.
Con la que nunca cuentas.
La que llora.
La que sonríe.
La que abusa del dolor.
La que regala alegrías.
La que miente.
La honesta.
La que canta, la que grita...
La que calla.
La que vive muriendo...
La que muere al vivir.
Al habla Ella...


...A su manera.

http://www.youtube.com/watch?v=qeqoO-JWBnA