domingo, octubre 9

Donde la realidad es un sueño.

Dicen que los humanos somos los que tropezamos con la misma piedra.

La verdad es que ahora mismo, me gustaría ser un animal, para saber que con la piedra que tropecé no voy a volver a caer. Pero lo admito, soy culpable, de nuevo no fui fiel a mis instintos.

Cuanto más lo intento más me cuesta levantarme. Hay veces que una no quiere ni intentarlo ¿estoy en lo cierto…?

Me dejé engañar, no quise ver lo que en mis narices ocurría. Y la verdad es que en la ignorancia se está muy feliz, en el mundo de los sueños, esa es la realidad que me gustaría vivir. Un mundo de fantasía, ideado por mí, no sería mancillado por nadie, supongo que porque nadie viviría en ese mundo, nadie más que yo.

Quizá es un pensamiento algo egoísta, pero peco de ello. La soledad no es tan mala como dicen, como conoces e incluso como conozco.

¿Has oído hablar de El Principito? Él vivía solo, en un pequeño asteroide.
Estaba feliz a pesar de eso, más  o menos. Tenía que quitar a diario los baobabs que crecían en ese diminuto planeta, pero lo llevaba bien.  Sin embargo ¿cuándo decidió marcharse? Fue en el momento en que conoció a una hermosa flor de la cual se enamoró…
 Partió cuando ya no estaba solo.

Algún día me gustaría describir como sería vivir en un planeta así. Envidio a este pequeño príncipe por haber vivido en un lugar como ese, aunque también siento cierta rabia por lo que hizo. No hablo de abandonar aquella flor, podría haberla arrancado como los baobabs, en cambio, la dejó crecer y la cuidó… Yo hablo de haber abandonado su mundo. Donde le brindaron algo ideado. Donde la realidad era mi sueño.


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